Hemos decidido quedarnos con el número tres,
para explicitar nuestro mundo interior y el que nos rodea. El uno representaría
el punto de partida: la personalidad del individuo social. El dos, la sociedad;
y el tres la otra dimensión humana, la intuición, adormecida tal vez mucho más
de la cuenta. Hoy solo escribiremos del símbolo "un círculo y en
el centro un punto". ¿Por qué así? Porque, por un lado, el círculo
representaría la sociedad, el sistema o la civilización, lugar donde nos
encontramos. Más allá del círculo se hallarían los confines de lo desconocido
externo. Entre nosotros y las fronteras que equivalen a límites hay márgenes de
movimiento y libertad relativos, muchas veces insignificantes.
Por otro lado, el punto es nuestra naturaleza
esencial, un estado quizá inmutable y aparentemente estático o carente de
flujo, lo cual no es exacto, porque hacia lo pequeño hay salida profunda,
infinita tal vez, hasta el caso de lo invisible y la incomprensión. Algunos a
esta visión la llamarían espiritualidad; nosotros preferimos decir:
individualidad o intuición. Entonces, el punto en el centro del círculo es la
perspectiva que tenemos de nosotros mismos, un centro del mundo (hay muchos),
como no puede ser de otro modo: no vivo en Pekín, no estoy muerto ni dormido (en lo
fisiológico), ni pienso por ti, sino que estoy en mi punto, en mi
individualidad, con o sin consciencia; en definitiva, en mi universo, vasto e
inexplorado, pero único; no es mejor o peor que otros, sino distinto, o quién
sabe, igual es parte de un todo indiviso, y no lo sabemos.
Hemos leído el libro "Bibliografía del
Silencio", de PABLO d'ORS(*), y en relación con lo dicho antes
comentamos con un sucinto análisis extraído de dicha obra... El individuo
social aspira a ser considerado por los demás tal y como él desea; por
consiguiente, construye una imagen de sí mismo que "vende" al
exterior. En un mundo como el que nos ha tocado vivir, el ser humano se
encuentra habitualmente perdido, no por desconocer el camino a seguir, sino por
la pasividad mental (esa otra mente no racional-radical) que habita en nosotros. Otro handicap importante que nos
descentra y paraliza es el "ruido", no tanto el captado por los
oídos, sino el cerebral: es, en la mayoría de los casos, estrépito, no música
(y mucho menos celestial). Esos sonidos estridentes vienen, porque de allí
proceden, de fuera, de otros individuos y de otras circunstancias, ajenas a ese
yo más hondo; causas procedentes del pasado, y a menudo de un pretérito lejano;
y proyecciones mentales hacia futuros inciertos.
El exceso de información acaba, muchas veces,
convirtiéndose en complejidad extrema, más en consonancia con lo artificioso
que con lo natural (lo connatural a nuestra condición humana). El valor que damos a
la cantidad alimenta el ego, cualidad, no obstante, intrínseca de nuestro ser, pero en
esta sociedad se antoja es desmedido. Vivimos (y sufrimos) en la dinámica de la
acumulación, lo cuantitativo y el egoísmo materialista, y así surge, de manera
inevitable, la competitividad, el conflicto y la avidez de comparar (de
compararnos al otro).
Un libro que nos lleva hacia terrenos íntimos,
ideal para un amplio trayecto, por ejemplo un viaje en tren de largo recorrido.
Trata acerca de la meditación, pero es que la propia lectura de este breve
ensayo es ya todo un recogimiento interno. Ideal para reflexionar sobre el tipo
de vida que llevamos en la actualidad: prisas, estrés, acumulación, ansias de
protagonismo, mal humor y un larguísimo rosario de males psíquicos, físicos,
neurológicos, etcétera, propios de esta sociedad decadente, donde el dinero nos
deja vendidos. Dejamos para otra ocasión dos temas pendientes: el círculo (sin
punto) como sociedad; y el punto aislado, ese destino que el autor viene
buscando desde hace años, aunque en el fondo sea tanto, o más importante que
aquél, el propio camino. Valgan, para terminar, sus propias y literales
palabras: "mi meta no es hoy ser importante, ni siquiera ser
alguien. Una aspiración de este género carece de sentido: ya soy alguien, ya
soy importante. Cuando haga meditación porque sí, sin más, empezaré a hacer la
verdadera meditación".
(*) PABLO d'ORS. Bibliografía del Silencio. Siruela, 2014.
poessía
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