El Caballero del León. Chrétien de
Troyes.
La novela El Caballero del León(1) -existen dudas
de si el Rey Arturo fue real en una época situada en el siglo
V y en Bretaña, o un mito-leyenda- evoca ideales humanos, individuales y
colectivos. Recuerda al famoso clásico “Don Quijote de la Mancha”,
al Caballero de la Triste Figura, héroe justiciero, y a Sancho
Panza, su escudero. En este caso, Yvain, acompañado de su inseparable
amigo, el león, al servicio de la gente desgraciada. La naturaleza humana
tal vez necesita la figura de un líder, político, religioso, guerrero o
mitológico (Jesús, Buda, El Quijote, Arturo, etc.; en la actualidad,
actores, deportistas...). Bien como entretenimiento para escapar de la rutina;
o bien como ejemplo a seguir cuando no se ven soluciones en situaciones
angustiosas. Estas leyendas han llevado un curso cambiante, porque nacen
como paganas en las tradiciones celtas y nórdicas, y
son adaptadas por la religión cristiana. La dimensión espacio-tiempo en
que se ambienta esta novela es Inglaterra y el siglo
XII, sin obviar que gran parte de Francia -de hecho, en la novela se
habla de Brocelandia, un bosque situado en la Bretaña
francesa- estuvo bajo dominio autoritario de la rama Plantagenet. En esta
época son dos las dinastías reinantes y rivales, la anteriormente nombrada en
Inglaterra y Normandía y los Capetos en Francia. A
la primera pertenecería el Caballero del León.
La leyenda del rey Arturo habla de Ginebra, druidas, el
Mago Merlín, los Caballeros de la Mesa Redonda, etc. Ya en
plena época medieval y en tiempos de Chrétien de Troyes, y en
adelante, monarcas, eclesiásticos y Templarios, ocuparán, o tratarán de
hacerlo, los arquetipos de aquéllos. Detrás de toda esta ficción puede hallarse
una intención: que, para todas las clases sociales, quede fijado un orden
jerárquico. Los ritos, costumbres culturales, juegos, fiestas, etc., servirán
de base didáctica, de ocio, y de adoctrinamiento. Yvain (príncipe,
hijo del rey Urién) encarna la figura de un guerrero con el
espíritu de la filantropía, la esencia que brota de su persona es de
una calidad innegable, puede dar su vida por un necesitado, sin mayores
problemas. Reconoce, no obstante, y en ciertos momentos a lo largo del relato,
su temor ante desafíos y luchas a muerte, pero persiste en el reto, con un
coraje, podría decirse, desmedido. Además, rompe el acuerdo a que había llegado
con quien se casa (la duquesa Laudina de Landuc), y no regresa en
el tiempo máximo previsto (un año), pues él da preferencia a los actos nobles y
justos, más allá del amor (cortés) sincero a su dama. Es en este contexto
cuando puede hablarse de una crisis de identidad (idea reflejada en el
prólogo). La fuerza de carácter, no solo la suya propia, sino también la que
reúne en sí a partir de la ayuda inestimable, fiel y noble de la imponente
fiera (el león), se le viene un poco abajo. Su dimensión natural y espiritual;
dicho de otro modo, el sentimiento amoroso que lo hiere, que siente por su
señora, lo desmaya, incluso piensa en el suicidio. Podría decirse que “se
vuelve loco”.
Algunos conceptos fundamentales en esta novela son: el caballero y la dama; amor
cortés, amor platónico -aunque en una parte de la trama, pero al final con
desenlace feliz-, la cortesía, la nobleza..., todos formaban parte de las
historias que en la Corte se contaban unos a otros. En este caso, es un
sirviente de Yvain quien lo hace, como tercera persona relatora: una historia
en el interior de otra. Dicha historia se inicia con la entrada en un bosque (en Brocelandia;
en la Bretaña francesa, ya indicado en el primer párrafo) -aquí entra en liza
la dimensión naturaleza-. En este espacio agreste se encuentra con la primera
sorpresa, un toro, pero mayor será la impresión al ver a una especie de gigante monstruoso: con ellos tiene que enfrentarse. El titán simboliza el mal, la oscuridad, la
tiniebla del bosque; y la escena donde son maltratados cuatro hermanos
desnudos: la crueldad. En este sentido, coinciden simbólicamente con la
serpiente o/y el dragón -tratados en dos párrafos más abajo-. Será el león, el
otro protagonista de este comentario, quien acabe, hiriendo de muerte, al
gigante. La figura de éste es redundante en fuentes escritas, escultóricas
y en pinturas, a lo largo de la historia, en especial en la antigüedad.
En el primer pasaje que trata acerca de la fuente, el escalón, la costumbre,
etc., surge la imagen de un mayestático árbol (un pino). Podemos imaginar su
belleza, la armonía implícita en la naturaleza, el efecto de las luces de los
rayos solares, convertidos en parhelios. Una luz que nos ciega como un
descubrimiento, que se muestra en primera instancia, sugerente, y después como
un desvelar lo oculto. Quizá una inteligencia invisible, o un mundo original
para ser imitado -Aristóteles hablaba de la mímesis-. Así, el mundo
fantástico y mágico entra de lleno en el relato (se trata en el siguiente
párrafo). La cultura, la civilización, entonces, puede comprenderse como un
plagio de la madre natura, o del padre, o de la creación de algún dios -hay
quien piensa que la palabra YAHVÉ es al mismo tiempo masculina
y femenina-. En el otro lado del espejo se hallaría la figura del diablo, como
espíritu burlón, pero también como una naturaleza representativa de la maldad.
En esta idea encajan los dos hijos del demonio, moradores en el Castillo
de la Pésima Aventura. Al valiente caballero se le avisa con lo que puede
encontrarse, pero su determinación por conseguir la fama le empuja a medirse
con ellos. De manera paradójica, acaso, Yvain se enfrente a la naturaleza (la
otra cara) en estado puro (la maldad), situado en el centro del protagonismo
socio-político-, el ansia por el triunfo. En todo caso, serían dos
interpretaciones contrapuestas, similares a las ya extensamente explicadas
durante siglos, la visión de Hobbes con respecto a la sociedad
civilizada (huida del salvajismo), por un lado, y las gentes primitivas por
otro; y la de Rousseau, quien pensaba de otro modo: la bondad en
los niños, en las primeras tribus, en el hombre originario; la malicia en la
sociedad organizada.
En otra realidad, la intuitiva, el caballero recibe de la doncella Luneta un
anillo que lo hace invisible a los ojos de sus perseguidores en el interior del
castillo donde habita la mujer de sus sueños. Con esto entramos en el mundo
onírico, el más allá, la fantasía, el orbe de los cuentos, los mitos, el
encantamiento, la intuición, pero también la fascinación de lo oculto y
simbólico. Son muchos los símbolos que pueden interpretarse:
la fuente, el escalón -cada peldaño sería un nivel de la
existencia; una sola piedra podría sustituir al eje del mundo -René Guénon(2) -,
el árbol -eje en el centro de cada estado del ser-, una vasija de
hierro, una cadena (suspendida del árbol; la idea de lo colgado, por ejemplo,
las cabezas clavadas sobre lanzas, de origen pagano, o
ancestral en otras culturas no cristianas), el oro del
escalón, esmeraldas, rubíes, el agua: estrecha relación entre el
agua y el sol, en especial cuando el agua es de lluvia, pues cae desde la luz y
es formada a partir del calor (cuando es vertida sobre la escala,
relampaguea y truena), el hervor de la fuente,
la tormenta -recuerda el romanticismo en el siglo XIX, y al
pintor J. M. W. Turner-, los pájaros y sus cantos
-relacionados con los ángeles; todas las aves serían enemigas destructoras de
los reptiles-. El canto de los pájaros podría valorarse como un arma
aniquiladora, a través del sonido, como un verbo mortal, para las naturalezas
perniciosas. Estas interpretaciones alegóricas se pueden realizar bajo un
prisma esotérico. En este caso, habría que distanciarse de la idea exotérica
cristiana, y alcanzar otra dimensión, católica, protestante, ortodoxa o
anglicana, pero secreta o no velada; o el esoterismo oriental; o la mitología
celta. De todos modos, durante el argumento, la acepción Dios aparece
de continuo; en cierto modo, este recuerdo al ser supremo, a esa inteligencia
divina, y también a los Santos, Virgen, etc., en frases como ¡Por San
Pedro de Roma!, ¡Me encomiendo al Espíritu Santo!, se pueden interpretar
como magia. Es una manera de invocar a los espíritus, a las almas, a la memoria
o presencias sagradas que puedan intuirse. En ese caso, no habría tanta
diferencia entre devotos cristianos, los anhelos de caza de los habitantes de
las cavernas (pintores rupestres), quienes pintaban a los animales que luego
habrían de cazar -si algunas teorías estuvieran en lo cierto- (animismo), y la magia de los druidas celtas.
El ermitaño -con uno se encuentra Yvain, luego de vagar durante un tiempo
por los bosques- es un personaje que recuerda a Merlín, porque el mago solía, según leyenda, retirarse a la
vida contemplativa en plena naturaleza: observaba y admiraba a los animales
salvajes. Éste es un punto contrapuesto a la vida civilizada; Yvain descubre su
lado mágico, intuitivo, espiritual e instintivo: cuando se cruza en el
camino del león, o viceversa, que es como cuando la cultura se
entrelaza con el universo silvestre. El alma natural implica un grado mayor de
complejidad que el artificio social; el león puede simbolizar la lealtad y la
nobleza, pero también la luz solar -el sol es el corazón del mundo (R.G.)-.
Es una claridad que puede comprenderse fabulosa, aunque alberga otro sentido: la fiera es sumisa, sirve al hombre y dará su vida por él, pero no es un igual.
Esta circunstancia solo se da entre los dos amigos del alma, Yvain-Gauvain,
porque al final son de la misma especie y alcurnia. En el relato sí parece
haber correspondencia paralela, pero en la realidad no es posible, tan solo en la
ficción. El autor consigue engañar al lector, porque humaniza la figura del
león, en el fondo es el vasallo, el esclavo, el autómata; el poder quedará en
manos del Caballero, el noble o el rey.
En cambio, la serpiente, o el dragón, vencida por el guerrero,
podría suponer la desaparición de la oscuridad en beneficio del felino. Un
respiro para él, y como es agradecido, seguirá, fiel y sumiso, al otro
protagonista del "cuento" -vencer al dragón es la inmortalidad (R.
G.)-. Estas experiencias serán contadas por el Caballero en la Corte; de
este modo, el retiro, la contemplación, la vida humilde; en definitiva, los
valores naturales de la condición humana, son los cimientos con los que se
construyen los ideales de la personalidad artúrica. Merlín era un maestro
espiritual para el rey Arturo; del mismo modo, las vivencias de Yvain en su
andadura por los espacios naturales lo enseñan, porque le muestran, otra visión
de la realidad. Merlín también puede representar lo contrario a la guerra,
al combate a muerte, mas Yvain lucha con la terquedad del guerrero convencido
de la empresa que lleva a cabo. Escalofriantes son las batallas, los torneos,
los golpes dados y recibidos, y el realismo secuencial con toda su crudeza: hay
que ganarse a pulso la fama, también la amistad; cuando se
alcanza, es para toda la vida. Mejor ejemplo que el suyo con Gauvain,
imposible. Otra ganancia más: el perdón de su amada.
Otros datos más fuentes de información
A continuación, algunas características
políticas, jurídicas y económicas de
aquella sociedad y aquel
tiempo y espacio(3):
-Monarquías feudales.
-Siglos X-XIII en Inglaterra y Francia.
-Con Eduardo
el Confesor (1042-1066), finaliza la dinastía sajona
en Inglaterra.
-Guillermo
I el Conquistador (1066-1087); se inicia la saga normanda.
-Tras la
muerte de Guillermo I, vuelven
las autonomías a Normandía (bajo
mando del duque Roberto
Courteheuse, 1087-1106) e Inglaterra, bajo reinado
de Guillermo II
el Rojo (1087-1100).
-Enrique I
Beauclerc (110-1135); vuelve a aunar el potencial monárquico
(Inglaterra más Normandía).
-Disminuye el
poder real. Enrique I no deja descendencia.
-Godofredo,
conde de Anjou, conquistará Normandía en 1150. Se casa
con Leonor de
Aquitania.
-El
poder de Enrique II Plantagenet (1154-1189). Dominará gran parte
de la
zona occidental francesa. Nombrado rey por la gracia de Dios.
-Primeras
bases del Estado-Inglaterra. Enrique II encuentra aliados: la baja
nobleza.
-Escocia se
convierte en vasallo de Enrique II.
-Los Plantagenet -imperio angevino (natural de
Anjou)- rendían vasallaje a
Francia.
-Ricardo I
Corazón de León (1189-1199).
-Juan I Sin
tierra (1199-1216). El poderío de Felipe II Augusto de
Francia hizo que los Plantagenet perdiesen la mitad de sus territorios.
El papa Inocencio III lo excomulgó.
-Magna charta
libertatum. 1215. Se inicia la restauración del feudalismo, en
perjuicio del poder real. En beneficio de
la nobleza (los barones).
-Enrique
III (1216-1272), recupera territorios. Pero el poder noble era
importante
y fue detenido y hecho prisionero por Simón de Montfort. Aunque
volvería a reinar.
-Las Cruzadas, entre 1095 y
1291.
-Sheriffs, delegados reales en
los tribunales de los condados.
-Domesday book, catastro, al
servicio del rey para control de los recursos.
-Exchequer;
barón encargado de la recaudación de rentas.
-Justiciar,
máxima autoridad judicial y virrey. Se aplicaba el common
law (derecho
germánico y feudal).
-Poderosos primados
eclesiásticos ingleses, Canterbury, obispos y
arzobispos: Lanfranco,
Anselmo, Tomas Becket...
-Francia.
Los Capeto. Hugo Capeto sucede en el trono
al último rey
carolingio, Hugo dux Franciae. Ocurre en el año 987.
-Los señores
feudales en Normandía, Bretaña, Anjou, Aquitania, Borgoña y
Tolosa,
eran más poderosos que el rey de Francia.
-Fueron
sucediéndose, Roberto II (996-1031), Enrique I (1031-1060),
Felipe
I (1060-1108), Luis VI (1108-1137), Luis
VII (1137-1180), Felipe II
Augusto (1180-1223), Luis
IX (1226-1270) -conquista el sur de Francia,
venciendo a los cátaros y
al conde de Tolosa en 1244-, Felipe III (1270-1285)...
En este tiempo fue
afianzándose el poder real, recuperando su prestigio. Se hizo
uso del Derecho
romano.
-Se
cimentarán las bases territoriales.
-La
administración quedó en manos de la baja nobleza y el clero.
Acercamiento de
posiciones con la Santa Sede.
-Impulso
mercantil, cultural, agrario y artesanal en los burgos y en la gran
capital París.
-Luis VII se
casa con Leonor de Aquitania en 1137. Ella, más tarde,
con
Enrique Plantagenet, en 1152. Francia sumará el ducado de Aquitania.
Enrique alcanzaría el título de rey de Inglaterra.
Otros
datos:
-Bailíos:
administradores reales o señoriales.
-El popolo es un término que engloba un amplio espectro de población,
casi todas las
clases sociales, parte de la nobleza y la burguesía,
inmigrantes, etc.,
cuyo concepto viene a significar masa en la ciudad. Esta clase
social fue numerosa en muchas ciudades italianas, pero también
en París,
Londres, Sevilla, Barcelona, Brujas, Colonia... Otro grupo social era
la burguesía (habitantes de los burgos; mercaderes,
comerciantes,
oficiales, maestros, clérigos...). Esta clase social fue
prosperando y por ello
aprovechó la circunstancia para reivindicarse como
ciudadanos
imprescindibles. No peligró su estatus pues no trataban de cambiar
el orden
social establecido (feudal), pero sí mejorar sus condiciones de vida.
Así
pues, hubieron de llegar a acuerdos con el señor correspondiente. Para ello
utilizaron una herramienta jurídica, los fueros. El burgo se
conformó como
un señorío. En él se solucionaban todas las cuestiones relacionadas
con justicia,
finanzas, fiscalidad y ejércitos, mediante consejos (jueces,
cónsules,
alcaldes...). La alta burguesía (importantes mercaderes y maestros)
se
transformó en un patriciado urbano (una oligarquía). En sus manos quedó el
control político, jurídico y económico. Esto sucedió en algunas ciudades y
naciones, en otras sería la nobleza. En lo más bajo del escalafón, y en los
arrabales de las ciudades, se hallaban los marginados, pobres, enfermos,
esclavos...
. . .
-Juan Carlos del Río Álvarez. La Saga del Rey Arturo: Mito y Realidad del Ciclo
Artúrico y el Grial. Nueva Acrópolis, 2002.
(2) René Guénon. Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada. Paidós
Ibérica, 1995.
(3) José Ángel García de Cortázar y José Ángel Sesma Muñoz. Manual de
Historia Medieval, Alianza Editorial, 2008 (pp.223.224).
poessía
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