Los quejidos del tren señalan que el tiempo no espera a nadie. El gran gusano llega, recoge su carga, ruge y se aleja. El agujero negro del túnel nos devora, y luego nos regurgita, a cada uno en su galaxia. En el mundo de las cosas cada persona es cosa, ¿qué diferencia hay entre un banco metropolitano horadado metálico de color níquel, un pañuelo usado blanco de papel tirado en el suelo, y un hombre plantado, como un árbol recién talado, en los márgenes de un andén?... Las cosas vociferan: "próxima parada, Jardines de América". Truenan: un Boeing 777 al despegar del Aeropuerto Madrid-Barajas. También piensan: la escultura "El pensador" de Rodin... Ella, con su mano izquierda acaricia la línea donde confluyen las dos páginas del libro que sostiene con la diestra. Su dedo anular es poseído por un anillo de canica niquelada y pulida del tamaño de un gran guisante. Es una bola de cristal y en su interior está el mundo, el mundo de las cosas. Por ejemplo, lo que circunda. Los dedos son los hijos de las manos, cosas. Aquéllas, a veces descansan, sobre un bolso de antelina marrón carmelita, que a su vez reposa en lomos de unos muslos, o simplemente piensan, como piensan las cosas. Las manos son las síntesis de los animales hu-manos. Sostienen muros, contienen pasiones, despiden, dan la bienvenida, y suenan los mocos a los niños. Las manos son los monos que no evolucionaron a humanos (*) . Son esclavas del hombre, elegantes, o ásperas, o cosas.
(*) Porque tal vez el "mono" (el homínido) fue intervenido por los dioses para convertirse en humano, y nuestras manos serían, pues, sus manos, de monos no evolucionados a humanos.
poessía
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