En esta ocasión vamos a pasar, de la arqueología, la geología y la historia de la humanidad, al Derecho, pero a una idea de la justicia que casa con filosofía política, pues nos centraremos en el epígrafe de un capítulo ("Capacidad y libertad personales") perteneciente a la obra de Amartya Sen (bengalí nacido en 1933) (1) titulada "La idea de la justicia" (Taurus, 2010). Tendremos en cuenta en este mínimo análisis una idea; discurso, y aportaremos nuestro punto de vista, durante el desarrollo y en la conclusión. La cuestión principal, a nuestro modo de ver, se reúne en tres visiones complementarias, una sería la del propio A. Sen, quien defiende las libertades del individuo social como esas capacidades de disfrute y posesión; por otro, la de John Rawls (1921-2002) (2), a quien A. S. analiza en profundidad; aquél, según éste, sostiene la convicción de que hay que pensar en la libertad individual más allá de las ventajas personales; una segunda idea de Sen sería intermedia, pues habla de una "función especial de libertad". Esto último podríamos valuarlo como "elemento discursivo político", término de nuestra cosecha, que vamos a utilizar en este ejercicio analítico. ¿Qué podría ser un elemento discursivo político? Pongamos algunos ejemplos acopiados de este libro "justiciero": "libertad igual"; "igualdad en la utilidad"; "igualdad en los derechos de libertad"; "rechazar razonablemente"; "principio de diferencia"; "prioridad de la libertad"; "dar una cierta prioridad real"; "la libertad es útil"; "matemáticas de la ponderación referencial"; "función especial de la libertad"; etc.
Se trata, pues, de conceptos y frases bien-sonantes (o mal, si se leen con sensibilidad poética y no con rigor prosaico), donde "igualdad" y "libertad" suenan a cada instante en las teorías jurídicas, y sobre todo ambigüedad. Luego, la práctica, la realidad cotidiana, pone cada criterio en su lugar. Lo que parece incuestionable es: a) que no hay libertad igual, ni entre personas, porque están muy asentadas las diferencias de clases -la mayoría poco y unos pocos la mayoría (del dinero), lo que se traduce en poder-, ni entre estados, ni entre razas, etc.; b) que sí hay apología eufemística, cuando se echa mano de soportes lingüísticos para llamar a las cosas, no tanto por su nombre, cuanto por su estética razonable; c) la ambigüedad en las pláticas y en los escritos, que es como dejar las cosas a medias, o medio entendidas, o desinformar, o desviar atenciones, o encriptar; d) la utilidad, el utilitarismo, el tal vez excesivo valor que se le concede a lo provechoso y rentable, etc. O sea, hablaríamos de elementos que comúnmente se usan en el habla jurídica, filosófica y política, en discursos descafeinados, incluso a base muchas veces de eufemismos, y en este sentido enlazamos con el encadenamiento anterior, cuando decíamos aquello de: tener "menos sentido que [...] creer en la promesa de los políticos"; y agregamos, tomar al pie de la letra las leyes como si el derecho equivaliese absolutamente a justicia; o asegurar que los filósofos tienen la exclusividad de la inteligencia, aunque habría que valorar sus capacidades racionales, argumentativas, lingüísticas, analíticas, etc., lo cual no es poco, pero quizá no tanto el conocimiento intuitivo.
(1) Amartya Sen. Catedrático de Filosofía y Economía, Premio Nobel de Economía en 1998. Algo de su obra: ha escrito sobre la desigualdad económica, hambrunas, pobreza, la mujer... "Bienestar, justicia y mercado", 1997; "Sobre ética y economía", 2003; "Identidad y violencia", 2007; "Una
gloria incierta: India y sus contradicciones", 2014.
(2) John Rawls. Estadounidense, teórico del liberalismo, profesor de filosofía política y autor de obras como: "Teoría de la justicia", 1971; Igualdad, libertad y derecho, 1994; "Debate sobre el liberalismo político", 1998.
poessía
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