Qué entretenido es leer al de "La Gaya Ciencia"(*). Este tío es cojonudo. Apenas hemos leído de él, pero no cabe duda de que pensar, lo que se dice pensar, pensaba, y a pesar de tanto cavilar, no se le cayeron los pelos del mostacho. Si el fondo de su pensamiento es positivo, negativo, endemoniado, generoso, bondadoso, etc., no nos interesa demasiado. Lo que nos ha llamado la atención en esta ocasión ha sido, del Libro Primero, el apartado 6, y lo que en él se puede entender. O sea, habla de "Pérdida de dignidad". Esto lo relaciona con el pensar demasiado deprisa, también equivalente a meditar, un concepto que puede llevar a equívoco algunas veces, pues, por ejemplo, en Oriente suele estar vinculado a lo contrario: silenciar el cerebro. Otra manera (intermedia) de describirlo: pensar pausadaMente. Trataremos de seguir unas palabras literales: "la meditación ha perdido toda su dignidad respecto a la forma"... Vivimos en una dinámica que no facilita las pausas en las conversaciones, pero tampoco en el discurrir diario. Hallamos tiempo para descansar en casa, para practicar algún deporte o para, simplemente, dejarse llevar por el espectáculo televisivo, ir al cine, a cenar, a jugar con los hijos, con los animales de compañía, y otras muchas variables ociosas, pero poco para pararse a meditar (en el sentido que intuimos se refiere el lumbreras alemán). Ese perder la dignidad en correspondencia con la forma invita a reflexionar... La primera proposición de la RAE, relativo a "meditar" dice, "aplicar con profunda atención el pensamiento a la consideración de algo". Ese estar atento con rigor ¿podría comprenderse como antítesis al pensar deprisa? Tal vez no exactamente. Hay personas que hablan, opinan, idean y razonan a velocidades de vértigo. Así pues, entendemos que dicha definición académica no concuerda con la apreciación nietzscheana, la cual ponderamos como idea a caballo entre la abstracción mental y el raciocinio extremo... Hemos jugado al juego de intuir la meditación.
(*) Nietzsche. La Gaya Ciencia. Akal, 2011.
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