Votar no sirve para nada, o lo que es lo mismo, sirve para algo, entre otros motivos para mantener a "los políticos" en el poder, un poder relativo, porque un gobierno gobierna con las consignas de unos jefes, que no son precisamente sus votantes. Votar sirve, ya que el elector es servidor del sistema, un sirviente, un esclavo (porque esclaviza). Decir "para nada" equivaldría en este contexto a "para lo oculto", ¿qué es lo encubierto aquí?, tal vez los verdaderos poderes, los de facto. Como vivimos en un mundo capitalista extremo, neoliberal agudo y crónico, no es difícil adivinar quiénes son dichos factos: factores que desequilibran, ordenan, mandan, crean crisis, las solucionan, abren brechas, a veces pequeñas, suficientes para agrietar grandes piedras; otras, enormes, capaces de desencadenar guerras y millones de muertos y colas de cometa, repletas de víctimas; en definitiva, son los amos del planeta, no porque les pertenezca por alguna ley natural o divina, sino por descaro, crimen, genocidio, psicopatía y un sinfín de lindezas. La humanidad es gobernada, no por los gallos con crestas relucientes, actores presuntuosos enfermizos que estos días saldrán una y otra vez en los mass media, sino por quienes habitan en un lugar llamado "nada" (el subrepticio país del engaño); los inhumanos.
Votar, a fin de cuentas, es una pérdida de tiempo(*). Todo seguirá igual o peor: mismas mentiras, mismas promesas, misma (o peor) esclavitud, mismas caras (aunque cambien unas por otras, la expresión será idéntica, y la actitud, y el discurso, etc.). Se les verá a todos tan contentos, "ganadores", "perdedores" (pues todavía siguen en el "candelabro"), o los que pegan fuerte porque entran en escena como elefantes en cacharrerías. Se vuelve a la monotonía, a "lo uno", lo único, el bipartidismo tedioso, la panacea democrática, el pan para hoy y hambre para mañana; pero no perderemos la esperanza, la ilusión, la calma y todo aquello que nos sitúe vs. miedo; al contrario, cada día seremos más energéticos. Nada va a cambiar (para mejor) en el Laberinto, en cambio el universo ya es otro, cuando se juega al juego de votar por nosotros mismos, cada día, cada instante, cada intuición.
(*) ¿Qué es lo más sagrado que un ser humano tiene?; sin dudarlo: su tiempo, que no es otra cosa que el movimiento (físico, psíquico, intuitivo, instintivo, racional..., o mente integral), o dicho con palabras más sintéticas: la existencia.
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