Una animada sombra frágil
respira, quieta y vibrante,
como una enraizada hoja en la rama,
y espera a que un viento sople
con ahínco a ras de superficie,
y lleve sueños hacia espacios
donde el miedo no exista.
Si en el tren está el mundo,
mis ojos son espías
de aconteceres noctívagos,
y del azar de un viaje o arteria
móvil o molécula urbana:
deshumanización del hombre
al servicio del globo.
La existencia es muy corta,
pero no acaba aquí.
Es tan breve, que un vértigo anuncia
que el pensamiento equivale
a la velocidad del tiempo-luz.
Un temblor en la tráquea incide
sobre mi mente celular.
Cada segundo es un vuelo
cuyo destino es otro instante.
Despegas y aterrizas
semiinconscientemente,
y el ahora pasa como espacio-superficie,
donde la vida es el tiempo
engañoso (muy corta),
pero no acaba aquí,
sino en el ciclo verdadero
o gran respuesta que aguarda
a la gran pregunta humana.
poessía
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