una expresión escrita en un papel
cuadriculado, rugoso, espectro,
se instaló en mi mente, de súbito,
mientras un estafermo miraba,
con los ojos perdidos, aquella lámina divina,
con las niñas quebradas, con la carne traslúcida
con la boca inmóvil...
Alojé el tesoro en mis manos azules:
se instaló en mi mente, como una eternidad.
Cuando las hojas crujen mezcladas
con bolígrafos y Tipp-Ex, entre pasos y timbres
el mendigo del aire aparece, como enlace entre dos
(realidades de un espejo).
La palabra rompe la dimensión humana,
allí donde un ángel espera, infinitamente:
tú eres yo, sin saberlo, en la casa de papel.
La palabra arregla vacíos y bosques,
porque pisa el silencio, porque enciende la paz:
crepita en el cerebro del idiota
(el estafermo de los ojos perdidos),
la palabra crucifica la inocencia infantil.
Ho'oponopono no es la palabra, es el sigilo.
poessía
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