Os ofrecemos esta vez este ensayo de Javier Elzo(2), Catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto. Nos deja impresiones acerca del transhumanismo y reflexiones sobre ello (de él y de otros autores) y también sobre diferentes perspectivas en lo concerniente a la tecnología, en cómo la valoramos, y su influencia en nuestra manera de pensarla: algo así como un flujo de doble sentido. Seríamos tecnófilos y tecnófobos... El poder de internet sobre nuestras mentes... ¿Las tecnologías son medios al servicio del ser humano?... ¿Qué es el movimiento transhumanista?... ¿Los grandes retos a que se refiere el transhumanismo lo son para la humanidad, o para dicha ideología?... Las últimas palabras de J. E., a nuestro modo de ver, no tienen desperdicio: "constato que estamos ante dos planteamientos: uno, el de los que, con seriedad y rigor, desean mejorar la especie humana pero sin perder su humanidad y el de los que, como Kurzweil y otros, abogan por la “tecnofabricación” de una posthumanidad de una especie radical y definitivamente diferente de la nuestra. Y en esto último no estamos solamente en cuestiones de tecnología, sino en una ideología que, más allá de toda ética, se pone de rodillas ante la tecnología".
El “transhumanismo” más allá de la
tecnología.
En cada uno de nosotros hay un tecnófilo
(agradecemos que la técnica nos ayude en nuestra vida cotidiana) y un tecnófobo
(renegamos de la esclavitud de las “maquinitas” en la que, a menudo, nos
caemos). Como tecnófilos pues no podemos no agradecer que, por ejemplo, una
prótesis nos ayude a poder andar sin dolor, que comunicarnos por correo
electrónico nos facilite el intercambio de mensajes, rápida, cómoda y casi
gratuitamente. Pero somos tecnófobos cuando vemos padecer a nuestros mayores
por un encarnizamiento terapéutico que les impide salir de esta vida con
dignidad. Somos tecnófobos cuando constatamos que la gestión que antes no
llevaba media hora, en la actualidad, con los protocolos que nos imponen las
administraciones públicas o privadas, o los cambios que llevan a cabo las
empresas informáticas para vender más, nos lleva medio día, si somos capaces de
completarlas. (El libro de David Graeber “La Utopía de las normas”, Ariel,
2015, muestra la maraña en la que la burocracia y la tecnología informática nos
han conducido). Seguro que el lector puede multiplicar los ejemplos.
El dilema de Nicholas Carr. Estamos en el dilema
que hace pocos años nos planteaba la lectura del libro de Nicholas Carr
“Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?”. Taurus,
Madrid 2011. Propone dos grandes tesis en presencia: los “instrumentalistas”
versus los “deterministas”. Por un lado “los intrumentalistas” que sostienen
que las herramientas tecnológicas son, en si mismas consideradas, neutras. Son
instrumentos, son medios, de los que nos servimos los humanos y están
subordinados a nuestros deseos y prioridades, a nuestros fines en última
instancia. Los fines, los objetivos, los ponemos los humanos y las tecnologías
no serían sino medios para lograr más fácilmente esos fines.
Pero Carr se aproxima a la tesis
determinista al escribir que “los medios no son solamente canales de
información. Proporcionan la materia del pensamiento y también modelan el
proceso de pensamiento” (Pág.18) llegando a afirmar más adelante que pueden
llegar a modificar el funcionamiento del cerebro humano, cuestión a la que
dedica todo un capítulo. Al final de su libro escribe que “programamos nuestros
ordenadores y, posteriormente, ellos nos programan a nosotros”. Recibimos infinidad
de informaciones, de forma casi instantánea, de fuentes que, a menudo no
controlamos, informaciones que no sabemos (¿ni podemos?) priorizar de tal
suerte que “más información puede significar menos conocimiento” (Pág. 257). Y
va todavía más lejos cuando, citando el trabajo de Kandel “In search of
memory”, escribe que “para algunos tipos de pensamientos, especialmente la toma
de decisiones morales sobre las situaciones sociales y psicológicas de otras
personas, es necesario dejar pasar el tiempo y la reflexión adecuadas. Si las
cosas están sucediendo demasiado rápidamente, no siempre se pueden asimilar
bien las emociones acerca de los estados psicológicos de otras personas” Sería
temerario saltar a la conclusión de que Internet está minando nuestro sentido
moral. Pero no sería aventurado sugerir que, a medida que la Red redibuja
nuestro camino vital y disminuye nuestra capacidad para la contemplación, “está
alterando la profundidad de nuestras emociones y nuestros pensamientos”. Carr
(pp. 265-266). Pero, con el movimiento transhumanista, creo que le disputa ha
dado un gran paso.
He de confesar, de entrada, que hasta el
martes 3 de noviembre pasado, no sabía nada del movimiento “transhumanista”,
que algunos denominan como lo humano “aumentado” y que, por lo que leí ese
martes en el TGV que me llevaba a Paris, nace en 1998 como una Asociación
transhumanista mundial fundada por un sueco, Nick Bostrom, que advino, en
inglés, “Humanity +”.
¿En qué consiste el movimiento
transhumanista?...
En el Dossier que leí en el diario “La Croix” ese día, - y que continuo
en la lectura de los otros tres que publicó ese mismo mes de noviembre -, en
palabras de Jean Michel Besnier, profesor de filosofía de la universidad Paris
Sorbona (1), “se trata de un movimiento que pretende mejorar al hombre,
“aumentarlo”, gracias al poder de las ciencias y de las técnicas. Los
transhumanistas tienen la ambición de transcender los límites biológicos del
ser humano, terminar con la enfermedad, el sufrimiento, el azar del nacimiento,
y también el envejecimiento y la muerte. Diciendo esto, continúa Besnier, no
estamos hablando de cosas fantasiosas, pues hay equipos que están trabajando en
la actualidad en este sentido, y con considerables aportaciones financieras”.
(En la Web de la universidad de la Sorbona, de donde copio la
ilustración de este artículo, puede leerse la entrevista completa en este
enlace, lo que no creo posible en el cotidiano: http://www.la-croix.com/Ethique/Sciences-humaines/Pour-les-transhumanistes-les-technologies-vont-sauver-l-humanite-2015-11-03-1375816).
Cita Besnier en su entrevista el proyecto “Calico”, que busca prolongar los
limites de la esperanza de vida, proyecto sostenido por Google. Entren en
Internet en “Calico proyect Google” y leerán, en su entrada, que “Nos estamos
enfrentando al envejecimiento, uno de los mayores misterios de la vida. CALICO
es una empresa de investigación y desarrollo, cuya misión es aprovechar las
tecnologías avanzadas para aumentar nuestra comprensión de la biología que
controla la vida útil. La ejecución de esta misión requerirá un nivel sin
precedentes de esfuerzo interdisciplinario y un enfoque a largo plazo para la
que la financiación ya está en marcha”. (Consultado el 08/11/15). En efecto, en
septiembre de 2014, Google anunciaba una inversión 1,5 billones (con “b”) de
dólares para este proyecto. http://www.la-croix.com/Ethique/Sciences-humaines/Pour-les-transhumanistes-les-technologies-vont-sauver-l-humanite-2015-11-03-1375816
En el Dossier de La Croix nos
ofrecen una bibliografía de veinte títulos, solamente en lengua francesa, de la
que siete son del presente año 2015. Siendo un lego total en el tema, con la
bibliografía en la mano me dirigí a una de mis librerías preferidas en Paris,
“Compagnie”, rue des Ecoles 58, para pedir consejo y hacerme con algunos libros
sobre el transhumanismo. La responsable de Ciencias Humanas, que ya me conoce,
no solamente me atendió con suma amabilidad, lo que no siempre es el caso con
nuestros vecinos del norte, sino que en un pispás me trajo ocho libros, algunos
de los cuales no estaban en la lista de “La Croix”. Me dijo que, en fechas
pasadas, habían consagrado una vitrina de la librería al tema. Sí, todavía
quedan libreros, aunque lo tienen crudo con la competencia de Amazon que, por
cierto, ejerce la censura, en los comentarios a los libros. Doy fe.
La ciertamente singular “Singularity
University”. Me hice en mi librería parisina con dos libros y estoy en su lectura. Uno
de ellos, “L´humain augmenté”, dirigido por Édouard Kleinpeter, físico de
formación e ingeniero investigador en el Centre Nacional de Recherches
Scientifiques (CNRS), editor del volumen el año 2015, es un elenco de 14 textos
que abordan el movimientos desde diferentes disciplinas. El otro, “La tentation
transhumaniste” de Frack Damour, Ed. Salvator 2015. Damour detalla, (página 46
y ss.) la importancia de la “Singularity University” en Silicon Valley, fundada
por Ray Kurzweil, uno de los “gurus” del movimiento transhumanista, Universidad
que se presenta con esta idea: “Nuestra misión es educar, inspirar y empoderar
a los líderes de aplicar tecnologías exponenciales para hacer frente a los
grandes retos de la humanidad” (Consultado en Internet el 08/11/15). Entienden
por tecnologías exponenciales las que se insertan bajo el acrónimo “NBIC”:
nanotecnologías, biotecnologías, informática (Big Data e Internet) y la ciencia
cognitiva (inteligencia artificial y robótica). El transhumanismo considera
ciertos aspectos de la condición humana, “como la minusvalía, el sufrimiento,
la enfermedad, el envejecimiento o la muerte como inútiles e indeseables”, (en la
Web. de Sing. Univ.) superables gracias a las sinergias que el movimiento
está poniendo en marcha.
Así dicho, ¿quien no se apuntaría a esta
quimera?. El deseo de vivir eternamente, no padecer enfermedades, no envejecer,
controlar el color de los ojos de los niños, antes del nacimiento etc., etc.,
que sean altos, guapos e inteligentes tiene una gigantesca atracción. Luego,
también, poder y financiación.
En efecto, los credos de este movimiento
están en línea con los de los poderes económicos y políticos. Según estos, la
prosperidad económica pasa por la innovación tecnológica (que no necesariamente
científica) y debe alentarse al máximo. Además, cabe pensar en otra razón.
Después de las barbaridades del siglo XX, el hombre de hoy ya no se ama a sí
mismo. La humanidad parece atravesar una profunda depresión marcada por esa
falta de auto-estima que origina, a su vez, el apego a las máquinas. Para decirlo
de otra manera: puesto que el hombre es tan falible, ya que su voluntad condujo
a lo peor, ¿por qué no confiar en las máquinas y trabajar para el surgimiento
de una nueva humanidad?. Así el hombre de hoy, (básicamente en masculino), pone
en las maquinas su futuro.
Un cardenal aborda el tema en su
discurso de investidura Doctor Honoris Causa. Después he sabido que
el Cardenal Gianfranco Ravasi en el discurso que pronunció, en su investidura
como Doctor Honoris en la Universidad de Deusto, el 4 de marzo de
2014, bajo el título de “Los nuevos desafíos del diálogo entre la moral y la ciencia” ya se había
referido al “transhumanismo, propuesto por Julien Huxley en clave social y transferido en los años
ochenta del siglo pasado al ámbito científico” y citaba a Robin Hanson cuando
afirmaba que “el transhumanismo es la idea según la cual las nuevas tecnologías
probablemente cambiarán el mundo en el próximo siglo y en los siguientes, hasta
tal punto que nuestros descendientes ya no serán, en muchos aspectos, humanos”.
Serán “transhumanos” e incluso “posthumanos”, y en cualquier caso,
“postdarwinianos”.
Ravasi aborda en su conferencia los
desafíos que la ciencia plantea a la moral y a la religión. Y concluyó su
conferencia con estas palabras. “No por casualidad Max Planck, el gran artífice
de la teoría cuántica, en su Conocimiento del mundo físico, no
dudaba en afirmar que «ciencia y religión no están en contraste, sino que
tienen necesidad la una de la otra para completarse en la mente de un hombre
que piensa seriamente». Se trata de un diálogo epistemológicamente riguroso y
respetuoso, incluso necesario. Hasta tal punto que Einstein, en su
autobiográfico Out of My Later Years llegaba a acuñar la
famosa fórmula: «La ciencia sin la religión es coja. La religión sin la ciencia
es ciega». Y al final de su existencia, en 1955, en una especie de testamento,
dejaba en su Mensaje a la humanidad una llamada (…):
«Nosotros, los científicos, dirigimos una llamada como seres humanos que se
dirigen a seres humanos. Recordad vuestra humanidad y olvidad el resto»”.
Filósofos y científicos se inquietan. Nadie pone en duda
la bondad de los progresos científicos en los campos de la sanidad, de la
educación y de lo que se quiera. Pero aquí se pretende, incluso, cambiar la
especie humana y del transhumanismo algunos ya piensan en el posthumanismo. Es
lo que escribía Luc Ferry, renombrado filósofo francés, ministro de educación
con Mitterand, en un artículo que publica en “Le Figaro” el jueves 5 de noviembre
pasado bajo el titulo de “La revolución transhumaniste” que comienza así:
“Sobretodo no crean que se trata de ciencia ficción. Recientemente un equipo
chino ha logrado reparar el genoma de células humanas
embrionarias. Esto es, ya las biotecnologías son capaces de modificar nuestra
especie de manera potencialmente irreversible como desde hace años es una
realidad en los OGM (organismos genéticamente modificados) vegetales”.
Yo no tengo las competencias para
valorar en su justa medida el alcance de determinados aspectos del movimiento
trashumanista. Pero cuando leo, en el Dossier de “La Croix”, en palabras de Jean
Michel Besnier, que “el físico Stephen Hawking, el fundador de Microsoft,
Bill Gates, y el ingeniero Elon Musk se han inquietado recientemente de las
amenazas que la inteligencia artificial hace pensar sobre la especie humana”,
yo también me inquieto. Preguntaré a amigos de esas ramas de la ciencia qué
piensan de todo esto. Pero, como ya me hacen entrever mis todavía escasas
lecturas sobre el tema, constato que estamos ante dos planteamientos: uno, el
de los que, con seriedad y rigor, desean mejorar la especie humana pero sin
perder su humanidad y el de los que, como Kurzweil y otros, abogan por la
“tecnofabricación” de una posthumanidad de una especie radical y
definitivamente diferente de la nuestra. Y en esto último no estamos solamente
en cuestiones de tecnología, sino en una ideología que, más allá de toda ética,
se pone de rodillas ante la tecnología.
Texto publicado en http://ssociologos.com/2015/11/29/el-transhumanismo-mas-alla-de-la-tecnologia/
Redactado en Donostia San Sebastián, 23
de noviembre de 2015
Javier Elzo
Publicado con el permiso del autor
(2) Bibliografía de Javier Elzo: en su página web
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