Escribimos este experimento -nos viene a la memoria lo de "experimentos con gaseosa", pero tenemos que reconocer que nos gusta experimentar: jugar, en definitiva- sin reparos. ¿Hay mayor placer en esta vida que retozar? No nos marcamos límites, ni en extensión ni en temas. Tampoco tiene por qué haber relación inmediata entre uno y otro juego (elemento esencial de este ensayo; se hablará sobre variados tipos de juego: comunes, insólitos, etc.). Cada palabra o frase que esté subrayada, significará un juego exacto. Los juegos primordiales se indicarán escritos en negrita. Nuestra tesis habitual versa sobre la individualidad, que guarda relación estrecha con lo intuitivo en el hombre, y con ello nos dejamos llevar. Todo en la vida es jugar, incluso cuando piensas que no juegas, juegas, al juego de auto convencerte de que no juegas. Este asunto, el de escribir diferentes actuaciones o caretas del ser humano, se dirige hacia lugares, no sabemos cuán lejanos... Antes
de seguir dejamos claro que no hay crítica ni explícita ni lo
contrario a la hora de analizar ideas y comportamientos ajenos. El
propósito principal es el de analizar y reflexionar sobre la
naturaleza humana, lo cual no es obstáculo para que, cuando lo
creamos conveniente, reprobemos algunos en concreto o según
contexto, y con ello también nos critiquemos a nosotros mismos...
¿Llevar colgado de una oreja un arito puede comprenderse como un juego?, ¿el de ofrecer una imagen determinada? En ese caso, todos lo hacemos en variedad sinnúmero, comunicamos un modo de ser, de pensar, de escribir, de leer, de vestir, tratando de fijar una personalidad única, intransferible, pero ocurre que las piezas elegidas para la construcción de nuestro mecano son tomadas del escaparate social. Hay creatividad, pero restringida. Me sirvo (pagando, claro está, en un orbe coercitivo de oferta y demanda) de aros, pantalones, perfumes, camisas, automóviles, estilos literarios cuando escribo o cuando leo (si no estás estudiando, porque entonces no eliges, ya elige el sistema educativo por ti, y el Sistema general por él). El dinero es uno de los dioses adorados, no tanto la moneda, cuanto lo que significa. Un pendiente, con aro, estrella, media luna, perla, etc., forma parte del vestuario personal, del personaje. Así pues, ya tenemos el primer modelo principal: "la máscara". Hay tantas, que no sabemos por dónde empezar. Por ejemplo, "conductor de autobús". Es una actividad laboral como otra cualquiera: la persona, con el tiempo y la costumbre llega a identificarse con la figura que representa; al mismo tiempo es una individualidad o esencia humana. Seguimos en el transporte colectivo y nos fijamos ahora en un pasajero. Puede ser hablador, silencioso, tímido, sonriente, etc., y su tendencia será la de jugar a "lo que es" en el interior del bus, incluso en sus cercanías. Entendido de otro modo: mantendrá la coherencia de comportarse siempre igual, aunque no lo consiga en contadas ocasiones -es posible que en otros ambientes su conducta cambie, y tal vez radicalmente-... Este individuo, que espera en la parada los mismos días de la semana y a las mismas horas, a la vez que es viajero de autocar, es viandante. Quizá se sienta más seguro andando por la acera de las calles que subido en el ómnibus, o viceversa. Dependiendo de ello, puede jugar a unas cosas o a otras. Imaginemos... Dentro del coche tiende a utilizar un (su) teléfono móvil y con ello se distrae; en plena calle practica: "el placer" de "hacer pitos", con las manos extendidas ligeramente, mientras se camina (manía: otra manera de verlo). Dicho esto, entendemos que somos un envoltorio integral, que cuando jugamos, disponemos potencialmente de muchas máscaras, éstas a su vez guardan en su interior capas o sub-máscaras: las usamos en función de estados de ánimo, conscientes o inconscientes; de inquietudes; de coyunturas... Son juegos de improvisación, pues jugar es actuar: la naturalidad de la vida.
Interpretar es otra guisa de deleite. Se puede hacer con perspectivas académicas. Un profesor suele hacerlo desde su púlpito de maestro. No solo explica los detalles específicos referentes a una materia, sino que juega al juego de mostrar unas directrices de comportamiento social a sus alumnos: interpreta el mundo, porque no solo hay antifaces externos, sino también estéticas intelectuales, ideales propios de la persona (lo que está delante de la cara). Si a un actor le substraes, en el camerino, sus características propias del ser que es, en el escenario se convierte en un autómata. Por tanto, que un educador se muestre personaje e individualidad al unísono es lo deseable. Expondrá en el discurso de cada día diferentes capas o mascarillas: enfrentadas a un auditorio o multitud de caperuzas, atentas y dispuestas a desenmascarar al instructor y toda su complejidad.
El título de esta tentativa es: "Vivir es jugar, y si no juegas, mueres". Del mismo modo que la carta del tarot, "la Muerte", no se suele entender como representación literal, tampoco aquí. Es una síntesis metafórica, un circunloquio incluso, una bocanada de aire gélido en un instante imprevisto: una opción en "el juego".
poessía
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