Muchas veces encriptamos el poema,
por si un Ojo Infinito nos mirase,
Jurado de los versos y Palabra Final;
pero trovar es una confesión espontánea:
un águila que rasga con sus garfas
la carne pestilente de los buitres
-personas que se ceban en las desgracias de otros
(según la Real Academia Española)-.
Trovar es cantar.
Trovar es acertar el blanco con una flecha acerada
en el dolor del corazón. Trovar, no obstante, es jugar
al juego de la oquedad, para desenterrar el mal;
al juego de lo ambiguo, donde sí y donde no;
al juego de la razón, por la costumbre del lenguaje;
al juego de las metáforas, por pura vanidad;
al juego de los niños, o a ser feliz trovando.
Trovar es contar:
cuentos, historias, relatos, mentiras, verdades,
desesperanzas, fracasos, éxitos, confidencias,
y es contar hasta tres antes de hablar;
y también es reflexión; y es escritura automática.
Trovar o ejercitar el hemisferio cerebral derecho.
poessía
No hay comentarios:
Publicar un comentario