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El Templo del Sol. Coricancha. Cuzco


                             
                                                 El Templo del Sol




(*)



  
       La primera impresión que surge tras la primera vista de la imagen es la de una fortaleza, con murallas escalonadas, pero también la de una construcción de origen hispano, religiosa y con aires barrocos y renacentistas. Pero al adentrarse en la investigación de datos se toma constancia de que sobre una construcción anterior fue levantada otra. La original era el milenario Templo del Sol de época incaica, hoy es un convento llamado Santo Domingo. Nos hemos adentrado en el interior de aquel templo, por alguna de sus puertas, para tratar de descubrir el poderío de la cultura inca, y para comprender cuáles pudieron ser los motivos que llevaron a los conquistadores a destruir semejantes bellezas arquitectónicas; pero se ha centrado más el interés en conocer detalles sociales, políticos, económicos, rituales y culturales del pueblo inca, dejando para otra ocasión y otro contexto el proyecto español de colonización.  

       Parece ser que las paredes en este templo estaban cubiertas de oro -este monumento, Curi Cancha, significa "Recinto de oro"- y en el altar había una enorme lámina también de oro con el dibujo del sol -una extraordinaria obra de arte, según contó Garcilaso de la Vega a finales del siglo XVI-. En el exterior se apreciaban fuentes y patios, donde podían verse esculturas antropomorfas, vegetales y zoomorfas de oro, y de plata, incluso una hectárea asemejando un campo de maíz, también de luminoso metal. Albergaba cuatro puertas de madera con engarces de esmeraldas y capas de oro, cada una daba acceso directamente a una calle. La puerta principal quedaba orientada hacia el norte, por donde se acostaba el sol -MUSEO VIRTUAL-.

       En aquella destrucción y posterior construcción del edificio religioso, tuvo mucho que ver el conquistador de las tierras incas Francisco Pizarro (en 1532), pero también su acompañante Fray Francisco Valverde (capellán de aquél). Es importante decir que, el hermanastro de Pizarro, Juan Pizarro, tomó en posesión este excelso edificio, pues en las conquistas se efectuaban repartos. Más tarde donaría sus posesiones a la orden de los dominicos. Estaríamos hablando del año 1534; un año después se iniciaron las obras de construcción de la iglesia de Santo Domingo. 

       Hemos leído el ensayo, "Arqueología Americana"(1) ; en las pp.170-180, nos cuenta el origen del pueblo inca de un modo mítico: "Y en aquel punto mandó al Sol, la Luna y las estrellas se subiesen al Cielo, a ponerse a cada uno en sus lugares; [...] Manco Cápac y sus hermanos y hermanas, por mandato del Hacedor  -Viracocha era el dios creador para este pueblo(2) -, se sumieron debajo de la tierra, y vinieron a salir a la cueva de Pacari tambo...". De los trece reyes a partir del jefe Manco Cápac, sería Pachacuti Inca Yupanqui quien creara el imperio inca (Tahuantinsuyu). Conquistaron la cuenca del Titicaca, invadieron pueblos y ciudades, pero respetaron cada cultura y costumbres. Edificaron monumentos de distintos tipos, entre ellos templos y palacios. 


       Desde entonces fueron los Hijos del Sol, la divinidad Sol (Inti) les había indicado el lugar exacto donde pararse y fundar la sociedad inca. Los reyes incas eran tales por mandato divino; la verdad es que en eso no se diferencian del resto de civilizaciones atávicas -es más, en el fondo de la cuestión casi siempre se halla el símbolo del sol-. La organización socio política de los incas no era menos compleja que la de mayas, egipcios o mesopotámicos: provincias, capitales, distritos, linajes, etc., además de reyes, nobles, sacerdotes, funcionarios, militares, comerciantes, masa trabajadora y esclavos. 


       Esta cueva quedaba situada en las inmediaciones de Cuzco y el Lago Titicaca, para ellos el oro tuvo un papel trascendente y simbólico, un cetro de oro debía hundirse en un punto donde la tierra fuese blanda y profunda, dicho de otro modo, donde poder asentarse con garantías de desarrollar la actividad agrícola. Desarrollaron todo tipo de recursos para la subsistencia: agricultura, ganadería, artesanía..., y una organización económica en la cual los tributos formaban parte esencial, además del comercio, a corta y larga distancia -construyeron caminos con una depurada ingeniería-. Otro asunto que los relaciona con otras civilizaciones antiguas es el manejo de los calendarios solar y lunar anuales, y por supuesto los ritos y sacrificios. Estos rituales se solían llevar a cabo en especial en los santuarios -mejor ejemplo que el Templo del Sol, tema que nos ocupa, imposible-. En cada ciudad importante había uno, pero es significativo indicar que estos sacrificios solían ser con animales, alimentos, etc., y en raras ocasiones con seres humanos, a diferencia de otras culturas, americanas o de otros continentes. 



       En cuanto a la arquitectura, para ellos era primordial el uso de la piedra (andesita y diorita, derivadas de canteras cercanas). Con ellas se construyeron extraordinarios monumentos y fortificaciones. Si hubiese que elegir una ciudad emblemática, esa podría ser Machu Pichu, no muy lejos de CuzcoLa imagen de la iglesia-convento, sobre los restos del Templo del Sol, ofrece un discurso, en cierto modo claro, y en cierto modo figurado. El imperio inca es destruido según distintas teorías ensayadas por historiadores especialistas en la América Precolombina. Al reflexionar observando detenidamente la fotografía, se aprecian los restos -piedras y sillares; estos, extraordinariamente fabricados y cortados, que engarzaban unos con otros con una precisión que, según especialistas e ingenieros actuales, hoy sería complicado igualar con la tecnología del momento- de una civilización anterior, tal vez acabada por sus propios errores -el reino inca se dividió en dos poderes, el del rey Huascar y el de Atahualpa, tras ello hubo una guerra civil (p.173)-, o tal vez por otra causa desconocida, y quizá rematada por la colonización española. En la p.180 puede leerse: "cuando llegaron los españoles Machu-Pichu ya había sido abandonada, de ahí que se haya mantenido en un excelente estado de conservación". Estas palabras dicen mucho entre líneas. 

       Al releer lo escrito en los párrafos anteriores, se pueden extraer algunas conclusiones; por ejemplo, los incas eran ricos, pero tal vez no en el sentido pragmático habitual -el término proviene de una palabra gótica, riks, que significa poderoso, pero también, algo agradable-. Se convirtieron en una civilización poderosa, y lo cierto es que resulta del todo atrayente imaginar ese Templo del Sol, bañado en oro, aunque mucho más le resultaría a los afortunados que pudieron verlo de cerca y en su momento, quienes desmantelaron aquella obra maestra. "Destrucción" es otro concepto que podría convenir analizar: tomando la RAE como referencia informativa, se podría decir que la primera acepción de dicha palabra (del latín, destructio, -onis"acción y efecto de destruir", lleva a la segunda, "ruina, asolamiento, pérdida grande y casi irreparable". A su vez, del vocablo destrucción, por asociación, podemos alcanzar otro, el de destruir (del latín destruere), y quedarnos con tres de las cinco acepciones; una: "reducir a pedazos o a cenizas algo material u ocasionarle un grave daño; dos: "deshacer, inutilizar algo no material"; y tres: "quitar a alguien los medios con que se mantenía, o estorbarle que los adquiera".  

       Esas pueden ser las ideas que quedan, luego de reflexionar sobre la colonización española en América, a partir de la señalada fecha 1492. Una colonización más del mundo occidental, de una de las muchas potencias imperialistas que han ido expandiendo su poder por la fuerza de las armas, y la palabra sagrada, desde el principio de los tiempos, de esos que llamamos civilización, sociedades, primeros asentamientos, excedentes y linajes (ayllus en quechua) o administradores, de los remanentes, del trabajo, del espacio y de la vida de las gentes. Coricancha es un tesoro escondido, y todo aquel historiador con espíritu de investigador está "obligado" a escavar los cimientos, para sacar a la luz la verdad, palabra de origen latino (de veritas a verus), que quiere decir verdadero. De ésta, se llega a verosímil, veracidad, etc., pero también a averiguar. Queda el anhelo, para próximas citas, de indagar acerca de lo que se intuye (el oro, la evangelización y el ansia del poder imperialista) fueron los motivos que movieron a la monarquía española del siglo XVI a conquistar el Nuevo Mundo, en general, y Cuzco en particular. 





(1) Miguel Rivera Dorado y Mª C. Vidal Lorenzo. Arqueología Americana. Síntesis, 1991.

(2) "La creación destas gentes la hizo el dicho Viracocha, el cual tienen noticia fué un hombre de mediana estatura, blanco y vestido de una ropa blanca [...] y traía un báculo y un libro en las manos", según Sarmiento de Gamboa -p.176-. 

(*) enlace-imagen


poessía

2 comentarios:

Óscar Distéfano dijo...

Vine a conocer tu blog, tratando de conocerte a ti.

Saludos.
Óscar

oscardist@gmail.com

poessia dijo...

Bienvenido una vez más a este sitio, Óscar, hacia mucho que no sabía de ti. Un cordial saludo