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La insoportable levedad del zombi -Marcelo Espinel-




Antes que nada veamos lo que entendemos como zombi social. El zombi original, el que aparece en las pelis, es alguien que una vez muerto resucita, ya sea por los artilugios de un hechicero o por las demandas del virus que lo defenestró. Los dos tienen una característica en común: carecen de voluntad propia, en el primer caso funcionan bajo la voluntad del hechicero que los resucitó y en el segundo sirven a la voluntad del virus que los invadió y provocó su muerte y posterior resurrección.
El zombi social es aquel individuo que come, excreta, duerme y se desenvuelve en lo cotidiano pero sin ningún tipo de voluntad propia, y es movido por las necesidades de su organismo fisiológico en lo que respecta a lo básico: comer, dormir, excretar ,etc, y por el virus inoculado desde la información que recibe y absorbe sin cuestionarse absolutamente nada, o sometido a la voluntad de los hechiceros que aspiran a obtener poder matando la creatividad y la capacidad de cada individuo desde la infancia para que una vez adultos “resucitarlos” y así crear una legión de zombis que sirvan a sus oscuros intereses.
Tres características básicas son las que definen al zombi social: la falta de memoria propia,  la incapacidad de cuestionarse nada y la reproducción de opiniones que son solo la vocalización de grabaciones que el hechicero implantó en su cerebro.
1. La falta de memoria propia o como se mata la memoria y se implanta una ajena en el zombi.
La memoria es la capacidad que tiene un aspirante a ser humano para recordar situaciones pasadas, relacionarlas con las presentes y así  poder influir en las situaciones futuras. Es una herramienta muy útil a nivel evolutivo pues permite que a partir de la experiencia previa se puedan crear mejores condiciones de vida. La memoria funciona en varios niveles, hay una memoria biológica que permite al cuerpo realizar todas las funciones necesarias. Hay una memoria en el cerebro donde queda recogido cualquier sonido, palabra o idea que se haya escuchado alguna vez. Esta última memoria maneja cantidades ingentes de datos y ello es posible porque los tiene almacenados en diferentes niveles, de no ser así la memoria colapsaría. El nivel más activo o más exterior y actualizado es el que tiene que ver con todo aquello en lo que esté inmerso el pensamiento. Pensamos algo y el cerebro realiza conexiones interiores y extrae los datos que están almacenados en otro nivel. Este proceso es rápido pues la información secundaria no se busca de forma completa sino por medio de asociaciones, es como si tuviéramos un mecanismo de auto completar muy similar al de los buscadores de Internet.
Luego tenemos la memoria emocional que incluye todo aquello que nos ha causado placer o dolor. Si quieres implantar una memoria ajena en alguien el primer paso consiste en atrofiar la memoria original para que sea imposible acceder a sus datos, y eso es muy fácil si estás presente en el crecimiento de ese individuo desde su temprana edad. Lo primero que debes de hacer es procurar que los datos queden almacenados de forma caótica de tal manera  que dificulte el acceso posterior.
Con respecto a la memoria del cerebro, lo que se refiere a pensar, es muy sencillo, atiborrarlo de información que no sea procesada ni entendida por el pensamiento, que sea un bombardeo de palabras que tengan el vinculo menos posible con algo que pueda ser sentido o despierte cualquier emoción, pues así será mas fácil sepultar los datos a niveles profundos y muy difícil el acceder a ellos a través del auto completar ya que impidiendo las analogías impedimos que puedan establecerse relaciones a otros niveles que posibiliten el acceso a datos pasados guardados en la memoria. ¿Y como podemos acceder al pequeño aspirante a zombi social para atiborrarlo de información?. A través de la escolarización y cuanto mas temprana mejor. Lo inundamos de información y además le exigimos que nos la repita para evaluarlo, así conseguimos  que se olvide de todo. Ya tendremos tiempo de implantarle nuestra memoria  por medios mas sofisticados.
En lo que respecta a la memoria del cuerpo es mas difícil que podamos manipularla, el cuerpo es mas viejo y sabio que nosotros, cualquier intento de manipulación fracasaría irremediablemente. Pero podemos actuar de forma indirecta, ya que no podemos manipular el cuerpo del pequeño aspirante a zombi si podemos alejarlo de su propia percepción corporal. que aprenda a no escuchar a su cuerpo, que lo relacionado con su cuerpo tiene muchas partes intrínsecamente malas. Lo bombardeamos con la apariencia externa, con el culto a la superficie del cuerpo, cuanto mas desconectado quede de lo sustancial mejor. Que se mire al espejo y que se quiera o se desprecie, da igual, lo mas importante ya lo hemos conseguido, que lo único que le importe de su cuerpo sea la apariencia. Según vaya creciendo es muy sencillo profundizar en esa separación entre interior y exterior, tenemos medios de sobra para conseguirlo y herramientas muy poderosas, es el momento de los mitos sexuales, de recalcarle más lo externo, de enajenarlo totalmente de sí mismo. Tenemos medios audiovisuales de sobra, televisión, revistas, folletos, literatura basura, no se nos va a escapar por ningún lado. Si manipulamos a nuestra conveniencia su poderoso impulso  sexual en su fase de mayor emergencia podemos hacer arte, ya casi tenemos preparado el futuro zombi. Ahora solo hace falta rematar lo poco que quede de humanidad en él para que luego podamos resucitarlo ya convertido en un zombi de pleno derecho.
Es el momento óptimo para manipular sus emociones, ya en su crecimiento lo hemos ido identificando emocionalmente con las ideas de patria, banderas, cultura,  equipo de fútbol, etc. Es tan sencillo, podemos hacerlo a través del deporte, de campamentos, de mil formas, aprovechando su adolescencia  y su necesidad de identificarse, de verse reflejado en esa etapa tan confusa. Luego llega el momento cumbre, con su emergencia sexual viene la necesidad de ser aceptado, de ser incluido en círculos nuevos. El modelo social que hemos implantado hace casi todo el trabajo. Los zombis que ya hemos creado nos van a facilitar la afiliación social de los nuevos aspirantes. Ahora podemos crearle falsas necesidades, de eso se encargan los grupos de zombis sociales que ya forman parte de nuestro ejército. Ya solo falta rematarlo y tenemos la última arma, la definitiva, el mercado laboral. Qué buenos tiempos corren. No necesitamos seducirlos para esclavizarlos, ya hemos creado las condiciones para que anhelen la esclavitud. Que tiemblen aquellos que hemos estado intentando seducir y que ya estaban en el mercado laboral desde antes. Por cada uno de ellos con sus ridículas reivindicaciones tenemos mil aspirantes desesperados a aceptar cualquier condición que les impongamos. Y a los que nos puedan resultar aun imprescindibles los tenemos atados y bien atados con la hipoteca, los gastos escolares y un sinfín mas de extraordinarios inventos de nuestros abnegados economistas a sueldo. Los irreductibles, los que aun mantienen alguna libertad, esos directamente a la calle que la indemnización es de risa.
-Maestro, ¿y esas voces discordantes que se oyen, que están emergiendo en la sociedad , no hay peligro de que se conviertan en un clamor popular? ¿Que su conciencia pueda influir para arrebatarnos zombis y devolverlos a la vida humana?
-No te preocupes joven aprendiz, mira te voy a relatar un breve cuento que va a borrar todas tus preocupaciones:
Cierto día un joven demonio  que estaba de servicio en el mundo de los hombres llegó muy nervioso al infierno buscando al Diablo para darle unas noticias inquietantes que había recogido del mundo exterior. -Jefe, jefe, tienes que hacer algo , están pasando cosas peligrosas para nosotros, arriba en la superficie.
El Diablo tratando de tranquilizarlo le dijo- Serénate joven siervo y dime que te inquieta tanto –
–Es que arriba hay un tal Jesús que enseña cosas muy peligrosas, que puede dejarnos sin clientes en el Infierno -Es muy bueno y no hay forma de sobornarlo o corromperlo -Es el fin de nuestro negocio -le respondió el pequeño demonio nervioso.
El Diablo esbozó una sonrisa y echándole de forma paternal la mano por encima del hombro a su joven siervo le dijo con total tranquilidad -¿Y eso es todo el problema que tan nervioso te pone?, -vamos cálmate, que te creo, pero que ese tal Jesús no representa ningún problema- y prosiguió: -Si es tan brillante, bueno e incorruptible, no te preocupes, ya me encargaré yo personalmente de enviarle discípulos.





Marcelo Espinel


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