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Un perro negro en mi casa,
hubo;
negro,
como una noche cerrada.
Hubo...
cánidas y subyacentes lunas,
tras brumas que fijaban luces a mis ojos fijadas.
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Hubo en mi casa un perro,
negro,
como ánforas áticas, como un gato negro,
como escribir sin alma.
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Hay en mi casa un perro transmutado en fotograma,
transmutado en atomismo
de Demócrito y de Russell,
de polvo y de nada.
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Hay un sueño en mi locura: que en mis manos posen
su hocico, sus ojos de avellana, su calma,
su silencio de perro, su cálida lengua
y su enigmática distancia.
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poessia
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imagen: btanuncios.com
2 comentarios:
Un poema muy original en fondo y forma, Raúl. Ese perro que puede ser el perro, o la sombra o el silencio o tantas cosas... Creo que es un poema sugerente por su polisemia.
Me gusta el margen justificado a la derecha. Impacta visualmente.
Un Abrazo
Ana
Gracias Ana, sí, pueden ser muchas cosas, aunque la más fiable es la del perro, la del alma del perro, la del amigo que se fue y no se fue.
Recibe un abrazo amiga, y de nuevo, gracias
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